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¿Qué pensamos de NUTRISCORE?

26/04/2021, Cooperativas Agro-alimentarias

En Cooperativas Agro-alimentarias de España hemos analizado profundamente el sistema de etiquetado nutricional frontal Nutri-Score, y nos preocupa que se imponga este modelo como referencia sin la certeza de que, en un corto espacio de tiempo -finales de 2022-, será el modelo armonizado y obligatorio europeo elegido. Esta circunstancia podría provocar el efecto contrario en el consumidor, restándole credibilidad y echando a perder esfuerzos hacia su, tan necesaria, formación e información..

¿Qué principios debe contemplar un sistema de etiquetado nutricional frontal?

- Ser armonizado y aplicarse en toda la UE. Estamos presenciando actualmente la emergencia de sistemas de etiquetado frontal específicos por país y, como consecuencia, una proliferación de diferentes algoritmos nacionales que pueden ocasionar perturbaciones en el mercado interior, así como desconfianza en los consumidores. La falta de armonización puede ser una señal clara de debilidad de los sistemas de etiquetado frontal. Según lo establecido en la Estrategia de la Granja a la Mesa, para finales de 2022 está previsto que la Comisión proponga un etiquetado frontal nutricional obligatorio y armonizado, tras realizar una evaluación de impacto previa en colaboración con la EFSA. Consideramos que puede ser una buena oportunidad para diseñar un sistema para todo el conjunto del sector agroalimentario europeo. Creemos, a este respecto, que debe actuarse con prudencia y esperar a que se produzcan avances a nivel comunitario.

- No ser discriminatorio. No se debe privar al consumidor de poder elegir productos alimenticios de calidad y de alto valor nutricional. Tememos que un sistema de etiquetado sobre propiedades nutritivas con códigos de color termine clasificando a los productos alimenticios de manera discriminatoria y cuestionable entre “buenos” y “malos”. Por ello, respaldamos un etiquetado frontal que no estigmatice productos específicos que, en muchos casos, por tratarse de productos primarios o con un mínimo procesado y, contrariamente a los productos ultraprocesados, no pueden ser reformulados. Por otra parte, el que un producto sea equilibrado nutricionalmente, no tiene porqué depender de que tenga un origen animal o vegetal.

- Estar avalado por una base científica. La nutrición es, de hecho, una disciplina científica; por consiguiente, debería abordarse como un tema individual, independientemente de otros factores. El papel que podrían desempeñar instituciones científicas, como la EFSA, en el ámbito de la nutrición podría ser de suma importancia para proporcionar opiniones sólidas, independientes y de confianza para desarrollar las directrices de los esquemas de etiquetado frontal como Nutri-Score.

- Estar basado en directrices dietéticas. Aunque las directrices dietéticas nacionales e internacionales pueden diferir ligeramente en lo que a productos, cantidades y hábitos de consumo específicos se refiere, existe un amplio consenso sobre los grupos de productos que se consideran esenciales para una dieta apropiada. Sólo se debería permitir que se otorgue una valoración positiva a aquellos alimentos y bebidas cubiertos por directrices dietéticas científicamente fundamentadas.

- Estar fundamentado en una evaluación completa de los alimentos. Cada alimento y bebida contiene diferentes macronutrientes y micronutrientes. A la hora de establecer una etiqueta nutricional, debería realizarse una evaluación completa del alimento, sin basarse exclusivamente en determinados nutrientes. En particular, los estudios recientes demuestran que los nutrientes ingeridos individualmente no pueden por sí solos determinar los beneficios saludables de un producto; estos son más bien el resultado de sinergias y conexiones dentro de la «matriz alimentaria» global del producto en sí. Se debería tener en cuenta, por ejemplo, el contenido de proteínas de alto valor biológico – como es el caso de proteína de origen animal (productos cárnicos) -, las características diferenciales de las grasas -como es el caso de la grasa láctea frente a las grasas hidrogenadas (queso y mantequilla) - o la presencia de vitaminas, minerales u otros oligoelementos.

- Estar basado en porciones. El consumo de alimentos se produce en porciones cuyo tamaño varía de una categoría de productos a otra. Por consiguiente, cualquier sistema de etiquetado frontal debería abordar la porción recomendada por las directrices dietéticas para cada categoría de productos y de forma armonizada en toda la Unión Europea, e indicar claramente que la etiqueta se refiere a una cantidad específica del producto (por ejemplo, «X» gramos). Estas porciones deberían ser establecidas por una agencia científica e independiente, como la EFSA, teniendo en cuenta las directrices dietéticas y los hábitos alimentarios de los consumidores. Evaluar un producto sobre la base de una cantidad estándar de 100 gramos, cuando es consumido en cantidades muy inferiores, es engañoso y no permite una clara comprensión de las directrices dietéticas. Por esto, la evaluación nutricional de un producto debería estar basada en porciones. Además, la referencia de 100 gramos/100 ml, en caso de considerarse útil para valorar el aporte de nutrientes o para los cálculos relacionados con la preparación de alimentos o para dietas muy específicas, se continuará mostrando en la parte posterior del envase según exige el Reglamento 1169/2011.

- Valorar su voluntariedad. Se debería evaluar la voluntariedad u obligatoriedad de la aplicación de estos esquemas. El que se regulen sistemas de carácter voluntario de estas características podría provocar que sólo los productos con una calificación positiva lo utilizasen. Por consiguiente, este tipo de etiquetado dejaría de tener sentido si el objetivo es mejorar la información de los consumidores y facilitar su decisión de compra. Si este etiquetado se diseña adecuadamente, según las premisas anteriores, las cooperativas podrán destacar las características nutricionales de los alimentos que producen y, de alguna manera, ver devuelto el valor añadido a la cadena mediante el reconocimiento que el consumidor puede mostrar en su acto de compra.

- Ir acompañado de educación y formación de los consumidores. Si queremos que los consumidores adopten dietas y hábitos alimentarios saludables, sería importante que se hiciera un importante esfuerzo en mejorar el conocimiento en alimentación, especialmente si tenemos en cuenta su repercusión en la salud individual y pública. Es necesario que se articulen campañas de educación nutricional y de sensibilización desde todos los ámbitos, enfatizando estas acciones en la infancia.

¿Cómo afecta a los productos cooperativos?

Desde el punto de vista sectorial, debemos remarcar que, tras el análisis de la aplicación del algoritmo de Nutri-Score, se observan muchos problemas de adaptación al mismo en muchos productos.

A pesar de que se ha ofrecido la posibilidad de excluir o adaptar el algoritmo a ciertos alimentos, no se debe privar al consumidor de poder elegir productos alimenticios de calidad y de alto valor nutricional y se debe reconsiderar su valoración de acuerdo con sus características naturales y saludables. No se debe olvidar tampoco que, además, abanderan nuestra Dieta Mediterránea. Las cooperativas agroalimentarias españolas tenemos el orgullo de ponerlos cada día a disposición del consumidor con las mejores condiciones. Se trata, en muchos casos, de productos con bajo grado de transformación y que, por sus características, no pueden dar lugar a ser reformulados.

Este es el caso, entre otros, del aceite de oliva, del que se deben destacar los beneficios de su contenido en grasas monoinsaturadas y de los micronutrientes que aporta, como son los polifenoles y la vitamina E, y la aceituna de mesa. Pero también de los productos ganaderos, como los ibéricos y otros productos cárnicos en los que debe tenerse en cuenta, entre otros muchos aspectos, el valor biológico de las proteínas que aportan y de otros micronutrientes importantes y muy biodisponibles en estos alimentos. Los productos lácteos, como el queso o la mantequilla, ponen a disposición en su composición la grasa láctea con unas características diferenciales que la hace más saludable que otras grasas como las hidrogenadas.

La mayoría de ellos están posicionados como alimentos recomendados como saludables por nutricionistas y organismos internacionales consumidos en las porciones recomendadas, muy alejados de los 100 gr o 100 ml que se plantean y que se deberían tener en cuenta en cualquier sistema que se diseñe.

Ante cualquier sistema de etiquetado nutricional frontal que se instaure, será preciso que se cuente con un apoyo técnico importante que implicará una labor entre la Administración y los diferentes sectores, tanto en la fase de diseño como en la aplicación de este. De esta forma, se podrá ver reflejada la profesionalidad y buen hacer de ambas partes.

Por todas estas razones, desde Cooperativas Agro-alimentarias de España nos oponemos a que se instaure el sistema Nutri-Score en España antes de que se tome una decisión a nivel comunitario.

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