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La oferta de seguro agrícola puede expandirse a lo largo de la cadena de suministro

23/03/2016, Cooperativas Agro-alimentarias

Por Rolando Rivera, vice-presidente de la Unidad de Negocios Agrícolas de Swiss Re Corporate Solutions.


España cuenta con un interesante esquema público-privado de Seguros, pero muchos actores a lo largo de la cadena de valor agrícola permanecen desprotegidos ante caídas en la producción de cultivos relacionados con su actividad económica porque no encuentran las herramientas adecuadas de transferencia de riesgo.


España es un país donde prevalecen 3 sistemas climatológicos: Oceánico en el norte, con inviernos suaves y veranos cálidos, y abundante lluvia; Continental, en el centro, con temperaturas variables y escasa precipitación; y Mediterráneo en el este y sur, con precipitaciones irregulares mayormente en otoño y primavera.

Con una superficie combinada de cultivos y pastizales que superan las 23 millones de hectáreas, España es una potencia agroalimentaria en Europa que destaca en la producción agrícola de fruta dulce y subtropical, cítricos, hortalizas, uva de vinificación y de mesa, aceituna de almazara y de mesa, y en producción pecuaria en porcino, aviar de carne y de puesta, ovino, caprino y vacuno de cebo.

Los patrones climáticos combinados con la extensa e intensiva producción agrícola constituyen factores de riesgo que deben ser gestionados de manera proactiva utilizando diversas herramientas de transferencia de riesgo, incluyendo los seguros. Se debe proteger no solo al productor agrario, sino a todos los actores a lo largo de toda la cadena de valor, que también están expuestos a pérdidas económicas como consecuencia de una caída en la producción agraria.

En España existe desde hace 38 años un interesante esquema público-privado de coaseguro que protege a los agricultores y ganaderos, tanto individuales como asociados, contra eventos climáticos severos e impredecibles, con cerca del 90% de las coberturas agrarias implementadas para indemnizar pérdidas debido a granizo, heladas, sequías, viento, etc., como por enfermedades y accidentes en el ámbito ganadero.

De hecho, en los últimos 20 años el esquema español de aseguro ha pagado en promedio indemnizaciones anuales que superan los €390 millones. Esto sin duda constituye un aporte muy importante a la economía agropecuaria y a la sostenibilidad del negocio agrario.

Sin embargo, muchos actores a lo largo de la cadena de valor agrícola permanecen desprotegidos ante caídas en la producción de cultivos relacionados con su actividad económica porque no encuentran las herramientas adecuadas de transferencia de riesgo. ¿Son suficientes para mitigar la exposición a pérdidas económicas la integración vertical de actividades productivas, la diversificación geográfica, la acumulación de capitales de contingencia, hedging de precios o los contratos de venta?

Algunos ejemplos
Por ejemplo, un productor de vino con Denominación de Origen solo puede obtener su materia prima, la uva, de una región delimitada. Si la producción de uva en dicha región cae o su calidad se deteriora por un fenómeno climatológico, el productor de vino, que no es agricultor, va a ver mermada su producción, lo cual puede originar desajustes en sus compromisos comerciales y financieros. Esto, a su vez, podría tener impacto comercial o elevar el costo de sus créditos. Además, las consecuencias de una caída puntual en la producción agrícola pueden manifestarse posteriormente en más de un ciclo agrícola.

Similares circunstancias pueden afectar a un almacén refrigerado que requiere mantener el uso de sus instalaciones cercano al límite de su capacidad debido a los altos costos de operación. Si la producción de frutas y hortalizas que se destinarán al almacén cae por exceso de frío o de lluvia, sequía, enfermedad o cualquier otro evento sistémico que afecte la producción regional, entonces la empresa almacenadora podría incurrir en ineficiencias que pondrán en riesgo la continuidad del negocio.

Ejemplos hay muchos. Lo cierto es que todos los actores a lo largo de la cadena de valor están expuestos al riesgo de una caída en la producción agrícola. Para mitigar dicho riesgo las empresas pueden tomar medidas ex ante o ex post, las primeras para reducir el impacto del evento, anticipándose a él, como puede ser la adquisición de semillas resistentes a sequía, y las segundas para mitigar las consecuencias adversas del evento, como por ejemplo la adquisición de seguro agrario.

En los últimos años el seguro agrario ha desarrollado productos basados en índices que facilitan y hacen más eficiente el pago de indemnizaciones en caso de caídas significativas en el rendimiento de los cultivos que inician la cadena de suministro. Dichos índices son series numéricas construidas sobre la base de una variable medible como pueden ser el rendimiento agrícola regional de un cultivo o la precipitación pluvial, por citar dos ejemplos.

Para el primer caso tomemos como ejemplo la producción de remolacha en Castilla y León. Entre el 2008 y 2012 el rendimiento promedio de remolacha en esta Comunidad Autónoma fue de 92.2 toneladas por hectárea. Sin embargo, en 2013 el rendimiento regional cayó a 80.2 toneladas por hectárea, lo cual constituye una caída de casi 13% respecto del promedio histórico. Bajo el esquema de seguro agrícola basado en índices de rendimiento regional, dicha caída relativa constituiría la base para el pago indemnizatorio a cualquier empresa cuya rentabilidad dependa de la producción de remolacha en Castilla y León.

Para el segundo caso podemos mencionar el daño que podría sufrir la uva de mesa si es expuesta a lluvia en exceso. Digamos que la uva pierde calidad de exportación, y por lo tanto la mayor parte de su valor comercial, si recibe lluvia en exceso en el periodo inmediato anterior a su cosecha. Se puede crear un esquema de seguro, cuyo subyacente sea la precipitación diaria, que se active ante la ocurrencia del evento – es decir, si llueve una cantidad superior a χ mm ("strike") durante el periodo de riesgo, el productor de uva recibiría una indemnización proporcional al exceso de lluvia precipitada (siendo el factor de proporcionalidad el "tick"). Por ejemplo,
Strike = χ = que llueva más de 10mm en un periodo de 24 horas.
Tick = EUR 20,000
En este caso, la fórmula de pago podría ser:
Si χ > 10 => I = (χ – 10)*20,000

Este tipo de cobertura requiere del uso de datos de precipitación diaria que pueden ser obtenidos de la red de estaciones meteorológicas de los servicios nacionales de meteorología. Sin embargo, actualmente la disponibilidad de tecnologías de sensibilidad remota (satélites) reduce la dependencia de datos provenientes de estaciones de tierra y brindan alternativas que son probadamente fiables.

Ya existen alternativas que mejoran y amplían las características de los seguros agrarios y permiten diseñar modernas e innovadoras coberturas basadas en índices. Sin embargo, aún es un reto, tanto para los aseguradores cuanto para los asegurados españoles, utilizar extensivamente estas herramientas y dinamizar la oferta de seguros agrarios en el país.

Acerca del autor:
Rolando Rivera es vice-presidente de la Unidad de Negocios Agrícolas de Swiss Re Corporate Solutions desde 2011. Con base en Zúrich, es parte de un equipo de expertos que ofrecen soluciones innovadoras en seguros agrícolas tradicionales y paramétricos a todos los actores a lo largo de la cadena de suministro.

El autor ostenta el grado de Bachiller en Economía en la Pontificia Universidad Católica del Perú y una Maestría en Administración de Negocios en la Universidad de Liverpool, además de estudios de especialización en Administración de Negocios en la Escuela de Negocios de Maastricht.

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